Experiencias de Taller

Enseñar en el nivel Inicial: el valor del juego y el humor

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Aunque no la conocían, en pocos minutos, se animaron a contarle historias y experiencias de la infancia. Sucedió en el taller Crecer entre los Medios, coordinado por Claudia Cadenazzo, capacitadora de la Fundación Noble, en el cual se revalorizaron los recuerdos, el juego y el humor de los docentes al momento de reflexionar sobre las infancias, las subjetividades y los medios. El encuentro se llevó a cabo el tercer viernes de agosto en el Jardín José M. Estrada, de la localidad bonaerense de Banfield, y estuvo dirigido a los educadores del nivel inicial y el primer ciclo.

La primera actividad buscaba recuperar experiencias. Por eso, se propuso a los participantes recordar los consumos culturales de la infancia: aquellos cuentos, dibujos animados, libros, personajes, canciones y programas de tevé que miraban cuando eran chicos, porque el acto de recordar lo propio se relaciona con el de enseñar.

“Cuando un docente puede recordarse disfrutando sus consumos culturales siendo niño, tiene mayores posibilidades de comprender y aprovechar el interés que tienen sus alumnos por las actividades de juego, conversación y producción en el aula”.

El juego en la primera infancia es importante para aprender a habitar el mundo y propiciar aprendizajes. Entonces, ¿cómo transmitirlo, si no se ha aprendido a disfrutar en primera persona de esa actividad?

 “Soy profe de Educación Física. Cuando jugamos con los chicos, siempre imitan a sus personajes favoritos, los de las películas y dibujos animados. A mí me gustaría que se imaginen otras historias, que no imiten. Pero ahora, tal vez aprenda un poco con esos personajes. Voy a mirar más. Tal vez de ahí también salgan otras cosas: cómo se mueven, qué les gusta, cómo son. Por ejemplo, ¿qué estrategias usaría el hombre araña para jugar a la pelota?  Hasta podríamos armar un reglamento. (Por ahora, sólo me acuerdo de los personajes de mi época.)”

Había una vez…

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En la segunda parte del taller, la propuesta fue centrarse en un cuento clásico e imaginar otras perspectivas desde las
cuales contar la historia. Había que decidir qué momento elegirían, las fuentes de información, las posibles imágenes para narrar el cuento. Incluso, imaginar nuevos personajes, que ofrecieran distintas versiones del hecho. Por ejemplo, testigos que revelaran lo que vieron en el encuentro crucial entre Caperucita y el Lobo.  O un interrogatorio al Lobo luego de haber sido apresado por el guardabosque.

Desconcierto al principio. Risas y humor, después. La dinámica había funcionado y todos lograron acceder a esos
mundos imaginarios, a la vez que enriquecieron sus capacidades lúdicas, la creatividad y el sentido del humor. Elegir actividades similares para realizar junto a los alumnos de nivel inicial, permite habilitar espacios para que puedan hacer referencia a hechos de violencia, inseguridad y otras problemáticas, que se presentan en sus círculos sociales y en los medios.

Un reencuentro con el espacio personal de aprender, jugar y humorizar. Esa fue la vivencia que compartieron los docentes en el taller que los trasladó, por un rato, al mundo de la fantasía, la imaginación y lo lúdico. Al final, recordaron que la propia experiencia es la primera condición para invitar a jugar a sus alumnos.

 

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