Imágenes adolescentes
Primero el cine, luego la televisión y más tarde (ya hacia fines del siglo pasado) la aparición del video y ¡bum! el estallido provocado por Internet lograron lo que el teórico español Ángel Quintana ha llamado “un proceso cada vez más irreversible de la imagen hacia el ámbito doméstico”. Si antes había imágenes nobles (las imágenes gigantes y profesionales de la pantalla cinematográfica, por ejemplo) hoy, por el contrario, convivimos con una hibridación permanente de géneros, formatos y plataformas de acceso individual y ubicuo.
Las imágenes, de alguna forma, se han puesto al alcance de cualquiera: para consumirlas, hacerlas circular o bien producirlas. Hacer imágenes, hoy, está al alcance de todos. Y esta posibilidad de hacer imágenes es la que ha brindado a jóvenes y adolescentes de todo el país la quinta edición del concurso de Fundación Noble #SosVosEnLaRed2019: crear para contar, para comunicar, para expresar(se) y preguntar(se) sobre la identidad y las subjetividades de nuestra época, atravesadas como nunca por la tecnología y la comunicación digital.
La palabra “adolescente” deriva del mismo verbo latino que la palabra adulto: adolescere, que significa crecer, desarrollarse. Si el adolescente es el que está creciendo, el adulto, por el contrario, es el que ya ha crecido. Este puede ser un interesante punto de partido para una primera hipótesis: la imagen adolescente es la que se está haciendo, una imagen que aún puede crecer, a diferencia de una imagen adulta, que ya está hecha o terminada.
Imágenes adolescentes, entonces, son las que nos hablan de procesos de creación y crecimiento, de exploración y de preguntas, de subjetividades y puntos de vista que se están consolidando mediante narrativas diversas.
Si el concepto de género, en el mundo del arte (especialmente en las artes de la imagen, como la plástica, la fotografía y el cine), se traduce en normativas y protocolos, en directrices de sentido delimitadas de antemano (una película de terror o una comedia, por ejemplo), el proceso de hibridación de lo visual y el mayor acceso a la producción de imágenes traen consigo, por el contrario, un tipo de imagen que puede prescindir de la imposición de las reglas de lo socialmente construido. Una imagen liberada de ataduras de sentido, una imagen que crece a medida que es recorrida con la mirada de quien la observa, en busca de detalles, de señales y de ausencias. Una clase de imagen novedosa, una imagen transgénero, en el sentido estético de la idea. Bienvenidas estas imágenes.
Cerramos este pequeño recorrido por las tantas imágenes producidas por chicas y chicos de todo el país, que agradecemos profundamente, tomando una reflexión de Inés Dussel sobre la relación de la escuela y la cultura visual y con ella, reconocemos el rol esencial que juegan en ese tipo de iniciativas los profesores que se animan a tender estos puentes intergeneracionales, entre tradiciones y nuevos lenguajes, entre la cultura letrada y la visual:
El lugar de la escuela, pero más el lugar del maestro, de su cuerpo, de su voz y de su escucha, es el de la designación, el de decirle a sus estudiantes, en este océano de imágenes y de textos: “¡esto es para vos!”, porque habla de lo que te preocupa, de lo que viviste, de lo que te interesa, de lo que no podés imaginarte todavía y, sin embargo, puede ayudarte a darle forma, lenguaje, contenido, a nuevas esperanzas y deseos.