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«En 10 años enseñarán los robots y el profesor deberá ser más humano»

Entrevista a Xavier Aragay, especialista internacional en reformas educativas. Implementó en Barcelona la experiencia más radical en cambios pedagógicos para la escuela secundaria.

Por Ricardo Braginski

"En 10 años enseñarán los robots y el profesor deberá ser más humano"

Una escuela secundaria sin horarios, sin exámenes, sin tareas, sin materias. Parece una de esas experiencias alternativas de comunidades antisistema, pero no. El concepto está siendo implementado desde hace ocho años en ocho escuelas tradicionales de Barcelona (que tienen entre 100 y 150 años). Y sorprenden no sólo por la idea, sino por sus resultados, que ahora están siendo observados por expertos y autoridades de los sistemas educativos de todo el mundo. El catalán Xavier Aragay dirigió ese proyecto (llamado “Horizonte 2020”) durante los primeros años y ahora se transformó en una suerte de asesor para reformas educativas. Visitó la Argentina para exponer en el XII Foro Latinoamericano de Educación y dialogar con autoridades locales. También conversó con Clarín.

– ¿En qué consistió la experiencia?

– Ocho escuelas jesuitas de Barcelona y el área metropolitana se plantearon innovar completamente el proceso de enseñanza y aprendizaje. Suprimimos las disciplinas, que eran 11 o 12 más un profesor por cada una. Y pasamos a trabajar por proyectos: el alumno aprende haciendo y el trabajo es interdisciplinario. Tiramos las paredes de las aulas y juntamos grupos. En lugar de que cada profesor tenga un grupo de 30, juntamos dos grupos y pusimos tres profesores para 60 alumnos. Esos profesores no dictan clases, preparan los proyectos.

 

– ¿Qué hacen concretamente? ¿Qué significa trabajar en proyectos?

– La gran diferencia es que el alumno no aprende sentado, quieto, escuchando y tomando nota, sino haciendo. Los profesores preparan unos retos. Por ejemplo, podemos estar en un poblado de África donde viven 2.000 personas y los pozos de agua están a 6 kilómetros. El reto es cómo llevamos el agua a este poblado de una forma sostenible. Entonces los 60 alumnos se dividen en grupos de siete u ocho. Tienen una serie de documentación, además por Internet pueden buscar, y deben resolver. Deberán usar matemáticas, geografía, historia. Van a ir combinando todas las disciplinas. Deberán calcular la profundidad del pozo y la pendiente de los 6 kilómetros. Aprenderán a usar cálculos matemáticos que no sabían. Sobre todo aprenden con un sentido. El problema que teníamos cuando estudiábamos, es que uno le preguntaba al profesor, “¿esto para qué sirve?” Y él te decía: “tú estudia”.

"En 10 años enseñarán los robots y el profesor deberá ser más humano"

En Buenos Aires. Aragay vino a contar su experiencia en un foro de expertos. También habló con funcionarios de distintas provincias. L. Thieberger

– ¿Cómo se acreditan los conocimientos en ese contexto?

– El examen desaparece.

– ¿Y cómo se sabe qué alumno aprendió y cuál no?

– Es que el examen, ¿qué es? Es la prueba notarial de un profesor que va dando clases en muchos sitios y que no conoce al alumno. ¿Cuántos alumnos tiene un profesor de secundaria que de clases en tres colegios o más? ¿Doscientos? ¿Se puede acordar quiénes son? No. Se acuerdan de quienes les hacen la vida difícil. Del resto no. Entones ¿Qué necesita? Un examen, que es la prueba notarial. Si el alumno viene a quejarse le dice: “oiga, usted no contestó”. En nuestro proyecto los tres profesores están constantemente con sus alumnos. Los acompañan, los ven. El alumno tiene que hacer cosas. Y el profesor lo observa, y le da feedback constante. Y la evaluación es esto.

– ¿Existe la repitencia?

– No.

– ¿Qué pasa entonces con el alumno que no aprende?

– Es que al cabo de 15 días ya se ve. No hay que esperar 2 meses al examen. El profesor ya está hablando con él y le dice: “¿qué pasa?, ¿tenés algún problema en casa?” Es inmediato.

 

– ¿Son profesores tradicionales?

– Claro. Es que igual que un periodista se puede transformar porque los medios digitales transforman un periódico, un profesor igual. Al profesor lo que le gusta es estar con los chicos y enseñarles. Pasamos de una transmisión oral de los conocimientos a otro rol: aprende a preparar actividades, a dinamizarlas, a hacer que los chicos y chicas descubran cosas.

– ¿No se corre el riesgo de que haya menos profesores de esta manera como sucede con los periodistas?

– No. De hecho harían falta más. En todas partes del mundo que se han hecho experiencias de este tipo no han sobrado nunca profesores. Es más, voy a ser un poquito provocador. Ese tipo de profesor al que vamos, que dinamiza, acompaña, es un entrenador, será insustituible. En cambio, el profesor que solo da una disciplina no. Por ejemplo, Matemáticas. Yo no sé si dentro de 10 años no va a haber un robot que va a enseñar mejor que él. Probablemente sí. En cambio, de este tipo de profesor del que yo hablo que es humanamente intensivo no va a haber ningún robot. Se necesitará un profesor mas humano que nunca.

– ¿Se puede aplicar en la Argentina, con los problemas de infraestructura, docentes mal pagos, etc?

– Sí. Si el Estado diera más recursos estaríamos contentos. Lo digo claramente. Pero los recursos que tenemos existen. Si contamos los metros cuadrados, en buen estado o no, si contamos las horas de profesor, y los alumnos que están ahí, recursos hay. Entonces, esos recursos se pueden ubicar de otra forma. El problema es la inercia que el tiene sistema. No es un problema de recursos económicos, sino de miradas.

Con el sello de Aragay: colegios sin horarios, exámenes ni tareas

"En 10 años enseñarán los robots y el profesor deberá ser más humano"

Muy diferente. Una de las aulas, con espacios más flexibles.

El proyecto Horizonte 2020 se implementa desde hace 8 años en ocho escuelas de Barcelona que dependen de los jesuitas, algunas con alumnos de bajos recursos. Es la experiencia más radical en reforma de la secundaria. Este año se hizo la primera evaluación externa, coordinada por cuatro universidades: Flacso (Argentina), Blanquerna- Universidad Ramon Lull (Barcelona), Kellogg School of Management (EE.UU.) y CETEI (Barcelona). Xavier Aragay, impulsor del nuevo enfoque pedagógico, afirma que los alumnos se destacaron en la capacidad para trabajar en equipo, ser flexibles y creativos. En lo académico, no se registraron avances pero tampoco retrocesos.

“Lo que se ve en la evaluación es que los chicos son dueños de sus procesos de aprendizaje, que no están tan pendientes de lo que el profesor les señala sino que ellos van regulando cómo están aprendiendo, si pueden resolver el reto, si tienen que seguir buscando en Internet o ir reorientado”, explica a Clarín Sandra Ziegler, directora de la evaluación por Flacso.

Avanza en el país el cambio de la escuela secundaria

Los ministros de educación de todas las provincias argentinas avanzan en una reforma de la secundaria que empezará a implementarse en 2018 en algunas escuelas. El diagnóstico es preocupante: casi cinco de cada diez alumnos que hoy empiezan la secundaria, no la terminan en tiempo y forma; unos 390.000 pibes -el 10%- en algún momento del año deciden cambiar el aula por la calle. Por la alta repitencia, casi cuatro de cada diez alumnos hoy tienen “sobreedad”. Y en las pruebas Aprender, el el 70,2% de los chicos que termina el secundario no llega a un nivel satisfactorio en Matemática mientras que la mitad no comprende lo que lee.

El proyecto de reforma oficial tienen algunos aspectos que se parecen al “Horizonte 2020” impulsado en Barcelona. Se habla de menos materias tradicionales y más trabajo por proyecto, así como flexibilizar la clásica repitencia y eliminar la figura del “profesor taxi”, aquellos que trabajan pocas horas en muchas escuelas y tienen poco contacto con sus alumnos.

Fuente: Clarin.com