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En educación, ¿volver al pasado o volver al futuro? Hay una ventana de oportunidad

Columna de opinión de Inés Aguerrondo, Educar2050.

Un aprendizaje que nos dejó el COVID es que cada 100 años se produce una pandemia. Se trata de un «accidente normal», como denominó Charles Perrow (2007) a estos acontecimientos disruptivos de gran envergadura que tuercen el normal funcionamiento de la vida cotidiana, de los negocios, de la sociedad y que son, al mismo tiempo, previsibles pero inevitables en sistemas complejos. Un efecto subsidiario es que blanquean situaciones que hasta ese momento, aunque sean conocidas por algún grupo, no se reconocen abiertamente. El clima social permea hacia arriba, hacia la superficie, reclamos, demandas, y cuestiones, que en otros momentos pueden ser contenidas y bloqueadas.

Los resultados de muy variados informes afirman que, a pesar de que en muchos países –y en el nuestro- se desarrollaron estrategias para sostener los aprendizajes de los chicos y jóvenes, la pandemia sin duda afectó a la educación, y afectó de forma desigual en las distintas poblaciones, aumentando las desigualdades ya que no todos tuvieron las mismas oportunidades, las herramientas o el acceso necesarios para seguir aprendiendo durante la pandemia. Y en función de esto los gobiernos tienen por delante un fuerte desafío que va más allá de las intenciones remediales de cubrir los aprendizajes perdidos.

Hoy se presenta la opción: ¿volver al pasado o volver al futuro? Volver al pasado es contentarse con que los chicos vuelvan a la escuela, a una escuela que sabemos que no puede garantizar resultados mínimos, como saber leer y comprender un texto, o resolver adecuadamente un problema de matemática. Volver al pasado es sacarlos de la calle y sentarlos en un banco, sin garantía de aprendizajes significativos. Volver al pasado es priorizar la escuela-beneficencia, que ‘contenga’ y dé de comer, y abolir la repetición sin ofrecer alternativas reales de que el paso por la escuela significa aprender. Volver al pasado es continuar con el simulacro de una escuela vacía de contenido que en término generales ya no cumple su cometido.

La pandemia abre una ventana de oportunidad. Aprovecharla sería volver al futuro, partir de que esta escuela falla en un objetivo hoy central, enseñar a aprender-a-aprender. Volver al futuro sería aprovechar los múltiples flujos de innovación que emergieron de las escuelas, de los docentes, frente a la pandemia, muchos de ellos contraviniendo la normativa, encontrando intersticios por donde colar buenas prácticas. Volver al futuro sería transformar la forma en que se prepara a los maestros y profesores habilitándolos para una profesionalidad creativa. Volver al futuro sería garantizar que en la escuela circula y se difunde el conocimiento del siglo XXI.

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